Suele ocurrir cuando te enfrentas a la hoja en blanco tras una colección cualquiera, que lo primero que surge –y deseas plasmar sobre el papel– es una frase que defina por completo lo que acabas de ver y que al mismo tiempo evoque en el lector –al cual imaginamos en su casa y con ganas de saber y sentir– una emoción muy concreta al respecto. La colección prêt-à-porter otoño-invierno 2014/15 de Isabel Marant podría resumirse así: son el tipo de prendas que llevaría un grupo muy cool de roqueras nórdicas.
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También ocurre cuando te enfrentas a un nuevo desfile de Isabel Marant que siempre experimentas momentos de verdadera shopaholic, es decir, lo vas querer todo y lo vas a querer ya –y esta temporada no ha sido una excepción–. Hemos visto looks de marca registrada, como las eternas minis de Marant combinadas con botines rock and roll –y cierto toque Yeti–, blusas fluídas y chalecos de pelo; minivestidos con fruncidos y pliegues que al mismo tiempo destacan por su simplicidad y sencillez; chaquetas de hombros picudos y el jersey oversize. A medida que avanzaba la colección percibíamos una mezcla muy sutil entre el nuevo grunge y ese aire militar que, por otra parte, siempre encontramos en muchas prendas de la casa. Blazers de cuadros superpuestas sobre blusas y demás capas, maxi abrigos y pantalones da talle alto –pero oversize y ajustados al tobillo–; y todo en una paleta que se mueve entre ocres, verdes, marrones y negros, además del inicio en blanco –muy nórdico– y de los jerseys con strass.
Mención aparte, como siempre, merecen los botines –esos botines de Marant–. En esta ocasión en tres versiones muy apetecibles: los botines Yeti –con pelo y cuero–, los de bailarina de ballet dark –en los que mezclan lazos y cuero– y los botines rock and roll –tachuelas y cuero–. Los tres harán acto de presencia en cientos y miles de armarios, así como el resto de la colección –porque ocurrirá y lo sabemos–.
Fuente: Vogue
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