No es otra historia de amor. Es tu historia de amor. Imperfecta, especial, diferente a como la habías imaginado y, en realidad, mucho mejor. Y ahí estás tú. Es el gran día y ha venido todo el mundo. La gente a la que quieres. La gente que os quiere. Y, por supuesto, tan nervioso como tú, ese él o ese ella que ha hecho que todo este lío valiese la pena. Y quieres que te vea y piense exactamente eso. Que valía la pena. Pero sobre todo quieres que te vea. A ti. No a una fría maniquí, ni a una chica encerrada en un vestido pomposo, ni a la mujer que tu madre o tu padre esperan que seas. Sólo a ti. En tu versión princesa prometida, delicada y ligera. O tal vez como la fiera de mi niña, desafiante, elegante y traviesa…
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Porque sí, puedes ir como quieras. De blanco y con tus botas de cuero, con trenzas y una corona de flores en el pelo, con un vestido de satén o de encaje, con la espalda descubierta, o las uñas pintadas de negro. Es tu día. Y las reglas las pones tú. O mejor, vosotros. Porque esta es una historia de dos. Una historia que empezó con vuestro primer ‘te quiero’ y que ahora continúa con ese ‘Sí, quiero’ que, como la mayoría de las cosas buenas, da un poco de miedo. Pero sabes que, también como casi siempre, merece la pena el riesgo.
Fuente: Otaduy
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